miércoles, 11 de marzo de 2009

De la estructura de un texto

En el muy conocido Diccionario de retórica y poética de Helena Beristáin (México: Porrúa, 2000), se dice –yendo de lo general a lo particular- que Estructura es la “forma en que se organizan las partes en el interior de un todo, conforme a una disposición que las interrelaciona y las hace mutuamente solidarias”. Con este término se alude a “un sistema articulatorio o relacional” regulado, o sea, a “la disposición coordinada de un conjunto de elementos –dos o más- en la cual subyace una relación tanto con el sistema de reglas que hace posible su unidad y su orden, como con sus modelos posibles".

En lingüística, el término ha gozado de buena prensa, desde Saussure hasta Chomsky, pasando por Hjelmslev. La consideración de las relaciones gramaticales le permitió a Chomsky distinguir entre la estructura profunda (soporte del contenido o componente semántico) y la estructura superficial (presentación que permite la significación). Este deslinde ha sido muy útil para los estudios sobre traducción; aunque no podemos olvidar que cualquier cambio en la organización externa influye en el sentido y que los contenidos exigen una forma adecuada. A causa de la crítica, se ha preferido hablar de estructura latente y estructura patente, cuyo estrecho vínculo se denomina transformación (y no es otra cosa que el ahormado del contenido latente). Esa serie de transformaciones, sujeta a condiciones universales, es –simplificando al máximo- lo que llamamos sintaxis.

Este empeño de simplificar al máximo y distinguir estructuras puede observarse en el viejo Curso de Redacción dinámica de Hilda Basulto. Yo conservo la edición que me regaló mi abuelita (México: Trillas, 1985), que es en realidad la décimo primera reimpresión de la segunda edición. La primera edición salió a la luz en 1970. Transcribo la síntesis que se encuentra en la página 32:

La estructura –conformación básica- de un escrito tiene dos fases: a) interna, producto de la elaboración mental del autor y b) externa, visible en el texto.

Para la estructura interna, el escritor debe ejecutar estos actos mentales:
1. Fijar el objetivo del trabajo por realizar.
2. Determinar quién será el destinatario y cómo es.
3. Elegir el asunto general que tratará, con los temas y subtemas relacionados.
4. De lo pensado, seleccionar el material apropiado para la obra.
5. Jerarquizar ese material según su importancia relativa al trabajo.


Para la estructuración externa, al escribir el trabajo, el autor debe realizar estos pasos:
1. Ordenar el material pensado, de acuerdo con el plan del escrito (elaborado con miras funcionales).
2. Escoger y utilizar las formas del lenguaje apropiadas a esa comunicación.
3. Cuidar que las expresiones traduzcan el tono intencional que quiere dar al escrito.
4. Buscar la manera expresiva –estilo- conveniente, para que el trabajo tenga las condiciones. de fuerza expresiva y modernidad que hoy exige la “buena redacción” o redacción eficaz.

Desde luego, es indudable que en un texto inteligible existe una estructura identificable y analizable. Que esta estructura ha de enmarcarse en la gramática (entendida en sentido amplio) del escritor y el lector. Que la escritura, dada su complejidad, desborda el documento escrito, por lo que han de considerarse la intención del autor, las características del destinatario, las circunstancias de producción y lectura, los recursos discursivos con que se cuentan, entre otros aspectos del ámbito comunicativo.

Lo que me parece discutible en el caso de Hilda Basulto, es que la estructura interna y la estructura externa no se presenten como entidades correspondientes sino como etapas o instancias que pueden separarse (no sólo en la teoría), incluso temporalmente. Sospecho que Hilda, entonces, no habla de estructuras sino de momentos, como si dijera: es útil 1) elaborar un proyecto o plan de escritura y 2) ejecutarlo. Si es así, bienvenida la sugerencia. Pero si se trata de abusar del término 'estructura' y llevar hasta las últimas consecuencias la analogía con la construcción, de donde se tomó prestada la palabra (un plano arquitectónico es la estructura interna de una casa), me parece pernicioso.

Las analogías son útiles para entender la realidad, pero conviene reconocer su límite. Explico: en la construcción puede darse el caso de que quien tiene la idea original sea el arquitecto, el que realiza el plano, un dibujante calificado, quien realiza los cálculos, un ingeniero civil, el que lleva la obra, un albañil con experiencia, quien pega los ladrillos, un novato, el que selecciona los colores y los muebles un diseñador de interiores… y estas actividades (que corresponden a distintas fases o etapas) pueden ocurrir en tiempos y lugares distantes. En el proceso de escritura tradicional(individual), tengo la impresión de que las cosas no siempre son así.

Habrá que ver hacia donde nos llevan las tecnologías de información y comunicación con sus herramientas de colaboración, como el wiki. Tal vez tengamos que replantear nuestros conceptos y pensar la redacción en otros términos.

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